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Ainhoa Batres

 

 

IMPERCEPTIBLES ESENCIAS

 

 

Desde que descubrí la pintura de Ainhoa Batres, cada vez que me ha enseñado un nuevo cuadro, un nuevo dibujo o diseño,

siempre me he hecho la misma pregunta: ¿por qué me emocionan tanto? He visto paisajes, naturalezas muertas,

motivos decorativos y siempre quedo perplejo ante la enorme capacidad de emocionar que tienen sus dibujos.

 

Un paisaje al que no encuentro gran valor, interpretado por los ojos y el pincel de Ainhoa me produce una honda emoción; un objeto cualquiera,

una pequeña rama, que en sí mismo no tiene nada destacable, dibujado por ella me conmueve profundamente.

Y continúo preguntándome el por qué.

Ainhoa pinta con un obsesivo respeto, diría incluso amor, hacia el modelo y hacia el cuadro mismo.

Algunos artistas aman el modelo, que trasmiten con exquisita fidelidad, otros aman el cuadro, convirtiéndolo en una nueva realidad;

Ainhoa ama a ambos, el modelo y el cuadro, intensamente y esto es lo que seguramente crea un resultado tan perturbador.

Los objetos que ella dibuja, siendo fácilmente reconocibles, son sin embargo diferentes, su mano les ha dotado de una delicadeza

y una elegancia que conmueven profundamente.

No importa que sean insignificantes, como una hoja o una rama; de hecho, es seguramente en estos casos cuando más conmueven

porque en su confección, Ainhoa les ha dotado de una exquisita entidad, de una singularidad que originariamente no tenían.

Y no es solamente que Ainhoa los haya traducido a un delicado lenguaje artístico, es también, que en determinados trazos y formas,

le ha dotado también de puros sentimientos humanos.

Una rama o una hoja queda sola, aislada en mitad del lienzo y sin embargo perfecta en su forma y es difícil no pensar que

estos pequeños fragmentos de realidad, tan insignificantes, interpretados por Ainhoa trascienden su pequeñez y adquieren una desconcertante entidad.

 

De alguna manera estos objetos han sido rehabilitados desde su pequeñez, han sido rescatados en estos cuadros de la mirada superficial

que pasaba por alto su no evidente belleza.

Es difícil no ver en los cuadros de Ainhoa una reivindicación artística de lo pequeño, una protesta contra nuestras miradas convencionales,

incapaces de captar la asombrosa belleza, que escondida en nuestra realidad cotidiana, nos rodea sin embargo por todas partes. 

Por eso, me sucede con frecuencia que después de observar las bellezas reivindicadas de los cuadros de Ainhoa,

vuelvo los ojos a la realidad y me digo a mí mismo: “Ainhoa tiene razón, la realidad es muy hermosa”. Me hacía falta observar sus dibujos,

ver con sus ojos la realidad recreada por sus manos y descubrir en las cosas esa Imperceptible Esencia tan bella.

 

 

 

Iván Rivero              

 

 

 

 

LA PINTURA DE AINHOA BATRES

 

Sus composiciones a menudo recuerdan a los paisajes cartográficos pero los trascienden por la coreografía de sus pinceladas,

que nace y danza libre. Esa es una de las partes fundamentales para entender su obra.  

Hay una correlación con la danza y la forma de entender el movimiento, una disciplina muy experimentada en ella,

el movimiento entendido dentro de la obra como expresión y emoción dentro de un cuadro pensado como baile.

Los colores también señalan un carácter personalizado, como un sentimiento musical,

entrelazados para marcar la conectividad con el todo del cuadro.

Ainhoa dialoga con el vacío y eso se entrevé gracias a la situación espacial del ente que respira dentro del espacio. Ente que ha sido minuciosamente colocado y esculpido a base de pinceles, lápices de colores y todo tipo de materiales heterodoxos

que añade en el proceso de creación de forma natural.

Aunque su obra no sólo se limita a la pintura, Batres la elige para expresarse, para comunicar su experiencia vital y plena entre la abstracción y la figuración, ya que los ismos limitan su expresión libre a través del medio plástico.  

Se acerca al estado líquido de la materia dominando la más difícil de las técnicas, pinceladas repetidas con carácter cuasi religioso, comparable a la oración de un monje tibetano haciendo un mantra con arena en el suelo.

 ¿Es la emoción, el sentimiento, el pensamiento lo que impulsa a Batres a crear? Son las emociones el motor de su compleja obra, sus sentimientos oníricos, evanescentes, lo surrealista, la ingravidez, lo pequeño, lo imperceptible, lo sutil, todos estos factores tejen un sentimiento que sus cuadros transmiten.

 

 

 

                                                                                                                                                   Mirai Kobayashi y Mónica Hernandez

MOMENTOS DE CREACIÓN

En la realización de mi obra integro cuatro inquietudes y procesos creativos;


*el primero ahonda en la mancha, en la frescura de los vertidos, pensando en la materia, pensando en la tierra.
*el segundo está compuesto por la búsqueda del ritmo y la armonía por medio de los movimientos de la danza, gestos y pinceladas, como danzas en el cuadro.
*el tercero se detiene en la contemplación de las líneas y la aportación en el cuadro de pequeños y pequeñísimos detalles dibujados para aportar el grado de deleite contemplativo que requiere la naturaleza.
*el cuarto y último tiene la intención de generar una obra como un conjunto armónico, integrando caracteres ornamentales y bellos para unificarlo todo, manteniendo intactos los valiosos espacios de vacío dentro del cuadro.

la temática de mi obra habla de naturaleza, vida, profundidad, danza, positivismo, paciencia y serenidad.

                                                                                                                                                                                                  Ainhoa Batres


                                                                                                 

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